Los días nos llevan por sendas a descubrir, cada día.
Repletos de sorpresas, descubrimientos y enseñanzas, nos realzan e invitan a elevarnos mas allá de todo para descubrir mas abiertamente la verdad que en nosotros se esconde. Nuestra verdad es única e inequívoca. Ella nos lleva a un mundo nuevo, fuera de toda ilusión o mentira. Somos entonces, una vez descubierto ese espacio, libres. Conocedores del todo, maestros de la Vida en Sí.
Las noches nos llevan a recoger los frutos diurnos y a descansar en brazos de lo Divino. Nos recuestan en lechos de flores de Loto, suaves como la seda e impregnados de fragancias Divinas.
Es allí donde alcanzamos la cúspide de nuestro camino y podemos por fin, descansar en brazos de Dios. Satisfechos de nuestras proezas, nos desnudamos bajo la luz de la Luna mientras ella nos sonríe. Entonces en su canto entona la sinfonía del Amor de Luna, que provoca un bello sopor en nuestros cuerpos, invitándolos a abandonarse en brazos de Morfeo.
Dichosa Vida la que nos nutre cada día y cada noche.
Dichoso Amor que nos abraza en ese caminar.
Dichosa Muerte que en el tránsito nos acoge para la transformación del Ser en su evolución.
Solo queda sonreír, caminar, abrazar y reír.
En Amor,
Eli.
Repletos de sorpresas, descubrimientos y enseñanzas, nos realzan e invitan a elevarnos mas allá de todo para descubrir mas abiertamente la verdad que en nosotros se esconde. Nuestra verdad es única e inequívoca. Ella nos lleva a un mundo nuevo, fuera de toda ilusión o mentira. Somos entonces, una vez descubierto ese espacio, libres. Conocedores del todo, maestros de la Vida en Sí.
Las noches nos llevan a recoger los frutos diurnos y a descansar en brazos de lo Divino. Nos recuestan en lechos de flores de Loto, suaves como la seda e impregnados de fragancias Divinas.
Es allí donde alcanzamos la cúspide de nuestro camino y podemos por fin, descansar en brazos de Dios. Satisfechos de nuestras proezas, nos desnudamos bajo la luz de la Luna mientras ella nos sonríe. Entonces en su canto entona la sinfonía del Amor de Luna, que provoca un bello sopor en nuestros cuerpos, invitándolos a abandonarse en brazos de Morfeo.
Dichosa Vida la que nos nutre cada día y cada noche.
Dichoso Amor que nos abraza en ese caminar.
Dichosa Muerte que en el tránsito nos acoge para la transformación del Ser en su evolución.
Solo queda sonreír, caminar, abrazar y reír.
En Amor,
Eli.
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